jueves, 5 de abril de 2007

La Tía Ximena

Profesores sin vocación, profesores frustrados o decepcionados del sistema educativo chileno, no son difíciles de encontrar. Algunos pueden llegar a tal extremo de traspasar sus frustraciones a estudiantes en practica, mientras que otros pasan sin pena ni gloria en nuestro proceso de formación.
Quiero compartir con ustedes una de mi segunda practica realizada el III Semestre de mi carrera. Pensando que mi practica sería en un Colegio municipalizado, con Profesores desganados, niños violentos y un ambiente poco placentero, tuve la oportunidad de realizar esta practica en el Colegio Cristiano de Quilpue, Establecimiento educacional que me vio terminar mi época como escolar y que ahora impulsaría mis ganas de seguir en el camino de la Pedagogía.
Una sala, un curso, una profesora, como cualquier otra, fueron mi primera impresión del Primero Básico “B”. Pero desde el primer segundo que estuve en esa sala hasta el término de la primera jornada, me pude dar cuenta de lo lindo que es la Pedagogía, cuando hay un Profesor (a) con vocación, que sabe lo que hace, como, donde y cuando lo hace. Y desde ese momento me di cuenta que los nuestros alumnos son lo que nosotros queremos de ellos.
Sin gritos, sin retos, sin golpes, solo con cariño y afecto fraternal, la Profesora era capaz de controlarlos en los momentos que era necesario, los dejaba ser niños, sin dejar de lado el respeto, y los límites.
Luego de observarla varias semanas, me di cuenta que algo había en ella que me hacían sentir un cariño creciente con mi carrera. Y una tarde, después de la clase, nos quedamos conversando un momento, en el cual ella con mucha humildad, pero orgullo, me contaba todos sus logros profesionales, con los que pude entender todo lo que veía.

Ella es realmente una Profesora, no por el simple hecho de tener un titulo, sino porque se ha preocupado de seguir retroalimentandose, para ser cada día mejor, tanto ella como para sus alumnos.

En el IV semestre volví nuevamente a un Colegio Municipalizado, pero ya no fue lo mismo, no porque el Colegio sea distinto, o porque el entorno o los alumnos sean distintos, sino porque yo los miraba de otro modo, porque mi concepto de lo que es la Pedagogía, iba más allá de esa superficialidad, de creer que todos tenían que estar para mi y ahora comprendí, que la experiencia nace desde mi, desde la pasión y todo lo que yo entrego, es lo que recibo.
Esta fue una experiencia que sin marcó un Hito, porque de lo contrario en estos momentos sería un estudiante en formación fracasado y sin imaginarme como sería en mi época de ejercicio formal. Gracias a la Tía Ximena Guerra, miro mi carrera con otros ojos.

Javier Contreras

El Camilo

Esta experiencia la viví en un establecimiento ubicado en Belloto Norte, en el año 2006. Este era un 4º año básico con un grupo de 41 alumnos y alumnas, entre ellos 21 hombres y 20 mujeres. Sus edades iban desde los 9 a 12 años de edad.
Ellos eran alumnos bastante vulnerables, sus situaciones económicas no eran de lo más favorable para ellos. Pero gracias a la labor que desempeñaba la profesora jefe estos niños/as podían optar a muchos beneficios.

El clima que pude percibir desde el primer día de práctica fue un clima bastante ordenado, claro que pasadas unas horas de clases los niños y niñas comenzaban a colapsar.
Desde el primer día de práctica me llamó mucho la atención la actitud y la personalidad de un niño en particular, desde el primer minuto que entrelacé una palabra con él todo se volvió confuso, él me hablaba de una manera muy grosera, fuerte, en definitiva el sentía mucha rabia por el hecho de que yo estuviera ahí, sentada en su puesto, ya que aquel día el llegó tarde a esa clase entonces yo sin saberlo me senté en su puesto.

Camilo tenía una mirada muy triste, doliente, sus ojitos me producían gran inquietud por saber en verdad quien era él.

Un día recuerdo que estaba en el puesto de una niña ayudándole a pegar unos materiales de tecnología, yo en mí delantal portaba un “cuchillo cartonero” sin imaginarlo Camilo por detrás me lo sacó de mi delantal y comenzó a correr por toda la sala de clases, fue tanto el susto que durante muchos segundos quedé completamente pasmada con los hechos, para la mala suerte mía en ese instante estaba sin profesor en la sala, y es ahí cuando surge la pregunta ¿Qué se hace en medio de 40 alumnos y alumnas? ¿Cuál es la verdadera actitud que debiera tomar un alumno/a en práctica?
De repente sentí que él estaba detrás de mí, sólo él tenía en mente agredirme, de alguna manera llamar la atención frente a sus compañeros/as.
Esto fue como una especie de alarma, él sólo quería llamar la atención.

Uno de los mejores actos que pude hacer frente a esto fue conversar con Camilo, preguntarle que era lo que realmente el sentía, cuales eran sus verdaderos sentimientos hacia mí.

Esta experiencia fue elegida por que en definitiva marcó mi desarrollo de mi práctica en este colegio, fui violentada por un niño de no más de 12 años. Un niño con problemas psicológicos.
María José Villalobos